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miércoles, 14 de enero de 2015

Caballos, mulos y burros: La ganadería equina en Guijo de Santa Bárbara

En un pueblo como Guijo de Santa Bárbara en el que la base de la economía eran la ganadería y la agricultura, la ganadería equina tuvo siempre gran importancia puesto que los equinos se utilizaban para realizar todas las tareas del campo. 

Antes de comenzar con la descripción y los usos de cada especie equina, es preciso aclarar que en El Guijo los equinos se designaban con el nombre genérico de bestias, diferenciándose entre bestias mayores (caballos y mulos) y bestias menores (burros). Los caballos también se designaban con el nombre de caballerías. 

El caballo fue tradicionalmente la bestia menos numerosa en nuestro pueblo aunque hoy sea, con mucha diferencia, la más abundante. Tener un caballo o una yegua constituía un signo de riqueza y prestigio social puesto que eran más costosos de mantener que mulos y burros. Se utilizaban como animales de carga y montura y más raramente para trabajar. No solían utilizarse para arar pero sí para trillar aunque eran demasiado rápidos para tal tarea. 

Respecto al sexo, se preferían las yeguas a los caballos pues además de para trabajar, servían para criar. Normalmente las yeguas se cubrían de burro para parir muletos (mulos) que se vendían al destete con 6 ó 7 meses y eran muchísimo más caros que los potros. Como las yeguas son sumamente ariscas y difíciles de manejar cuando están en celo, se cubrían nuevamente a los 9 días de parir. La gestación de una yegua dura unos 11 meses, tras los cuales nace una sola cría, siendo raros los partos dobles aunque en nuestro pueblo hubo algún caso como el de la yegua del ganadero Jesús Pobre de la Calle que en los años 30 del siglo pasado, parió dos potros. 

 Yegua acompañada por su potro
El aprovechamiento cárnico del caballo no se realizaba en nuestro pueblo salvo en casos excepcionales como el sacrificio de urgencia de algún potro por haberse accidentado en la sierra o por haber sido atacado por los lobos. En tales circunstancias se recogían las partes nobles del animal (lomos, patas traseras) y se hacían filetes que se conservaban en ollas con aceite de oliva. Un curiosísimo aprovechamiento era el pelo de la cola de los caballos. Sólo se utilizaba el de los caballos y nunca el de las yeguas porque éstas al orinar se mojan la cola y el pelo pierde resistencia. Con estos pelos se hacían cuerdas y sogas muy duraderas. También se utilizaban para hacer cuerdas de rabeles, instrumento musical muy típico en La Vera. 

Actualmente, los caballos se utilizan fundamentalmente como animales de recreo y para mantener las fincas limpias aunque los vaqueros aún los utilizan para subir pienso y paja a la sierra para alimentar a las vacas durante el otoño y el invierno. 

Respecto a las razas, antiguamente no se prestaba atención a ello. La mayoría eran caballos de tipo “serrano”, descendientes del antiguo caballo castellano. Estos animales, eran de tamaño medio y estaban magníficamente adaptados a la vida en la sierra. En los años 40 del siglo XX comenzaron a introducirse caballos Hispano-Bretones, conocidos erróneamente como “Percherones”. Se trata de caballos de gran tamaño, idóneos para realizar trabajos pesados y bien adaptados a la vida en la sierra. Actualmente, se prefieren caballos de Pura Raza Española pues se usan fundamentalmente como animales de recreo, aunque los vaqueros que aún trabajan con ellos, prefieren caballos serranos e Hispano-Bretones o mestizos de estas razas con la Española. 

El burro era sin duda alguna la bestia más numerosa en nuestro pueblo. Era fácil de mantener y su docilidad hacía que pudiera ser manejado por cualquier persona sin problema alguno. Además se desenvolvía mejor en la sierra, no era necesario herrarlos de todas las patas sino que sólo se les herraban las “manos” y además eran mucho más longevos que los caballos. Como inconvenientes tenían su menor fortaleza y paso más lento. 

Los cabreros eran los grandes defensores del burro pues para bajar el queso desde la sierra por las trochas y el Camino de Castilla, no había mejor bestia que el burro. Además de eso, realizaban todo tipo de tareas tanto arar y trillar como acarrear leña desde la sierra. Las personas mayores los preferían a cualquier otra bestia pues los cargaban y manejaban con mucha facilidad. 

Respecto al sexo, al igual que con el caballo, se preferían las hembras pues aunque tenían poca fuerza, podían criar y la venta del buche (burro pequeño) era un ingreso extra para la modesta economía familiar. Rara vez se cubrían las burras de caballo. La gestación de la burra es algo más prolongada que la de la yegua pues dura un año y diez días, tras los cuales nace una cría, muy raramente dos. 

Con el aprovechamiento cárnico del burro, ocurría lo mismo que con el del caballo. Sólo si algún buche se accidentaba, se aprovechaba su carne pero era algo rarísimo. El aprovechamiento lechero, fue muy raro. Mientras que en otras zonas de España se ordeñaba a las burras para alimentar a niños lactantes, enfermos y ancianos, en nuestro pueblo sólo se conoce una familia que ordeñase a sus burras. El ganadero Ángel de la Calle Jiménez, en los años 30 del siglo pasado, ordeñaba a sus dos burras. 

El burro es utilizado también en diversas fiestas como en Los Carnavales cuando los Quintos salen a pedir el chorizo y llevan un burro con aguaderas o serones para ir cargando los huevos y chorizos que recogen por las calles del pueblo. También es tradición montar a los novios en burro la noche de la boda y pasearlos por el pueblo. 

Actualmente quedan muy pocos burros en nuestro pueblo siendo utilizados todavía para trabajar en el campo. 

Respecto a las razas, antiguamente se utilizaba el llamado “burro del país o común”, animal de pequeña alzada y colores variados. También el burro Andaluz, de gran tamaño y fortaleza fue muy utilizado. El burro Zamorano-Leonés, raza de gran tamaño y fama, fue utilizada en nuestro pueblo. 

Burro de la raza zamorano-leonesa

 El mulo fue también muy abundante en el pasado. Tradicionalmente se dice que el mulo procede del cruce entre yegua y burro o entre burra y caballo pero esto no es totalmente cierto. En castellano, la palabra mulo o mula designa al animal nacido del cruce entre una yegua y un burro mientras que se conoce como burdégano al hijo de burra y caballo, que es mucho menos común. En nuestro pueblo, ambos animales se denominan mulos pero el primero o mulo auténtico se conoce como mulo yeguato y el segundo como mulo burrero. En cualquiera de los dos casos, nacen animales estériles. 

Los machos son siempre estériles pero producen testosterona a niveles normales por lo que cuando se usan para trabajar deben castrarse igual que se hace con burros y caballos para facilitar su manejo. En el caso de las hembras, no son realmente estériles pues pueden producir óvulos esporádicamente e incluso llegar a quedarse preñadas de caballo o burro y parir crías que normalmente no sobreviven o son de naturaleza débil y enfermiza. El mulo yeguato es el más común y fácil de obtener porque los burros no muestran reparos en cubrir tanto a burras como a yeguas pero los caballos suelen mostrarse reacios a cubrir a las burras. Además, es frecuente que las burras cubiertas de caballo tengan abortos o que las crías nazcan débiles. 

En zonas como Zamora, donde las burras son grandes y fuertes, se prefieren sin embargo los mulos burreros porque estas burras transmiten sus características a sus crías. En nuestro pueblo, se preferían los mulos yeguatos por su mayor fortaleza. Se utilizaban para todo tipo de tareas siendo muy utilizados en los años 50 y 60 del siglo XX para bajar de la sierra traviesas de roble para el ferrocarril, lo que constituyó una fuente de ingresos de gran importancia para muchos guijeños. 

 Mulo en un prado de El Guijo

En cuanto a las razas, en el mulo y el burdégano al ser animales híbridos no existe tal denominación, sino que se habla de “tipos”. Los labradores guijeños prefirieron siempre el mulo gallego, obtenido en Galicia a partir del cruce entre yeguas de Pura Raza Gallega y burros de raza Zamorano-Leonesa. Eran animales más bien pequeños pero muy aptos para la labranza. Durante los años de las traviesas, se buscaban sin embargo mulos grandes y fuertes de tipo catalán (hijos de yeguas Hispano-Bretonas o Percheronas y burros Catalanes) o del tipo francés (hijos de yeguas de raza Poitevine y burros de Poitou). Estos últimos se importaban de Francia a precios realmente altos. Actualmente, apenas quedan mulos en nuestro pueblo.

Información aportada por Silvestre de la Calle García

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